Estudié Psicología porque sentía mucha curiosidad intelectual por entender a las personas y también porque mi alma se inclinó siempre hacia las profesiones de ayuda, algo que, al parecer, ya se encuentra en mi linaje materno, muchas generaciones atrás.

Al terminar la carrera, hace ya más de veinte años, me especialicé en el trabajo con mujeres. Me formé con mucha profundidad en temas relacionados con el género y el feminismo, en un tiempo en que decir que eras feminista no era nada fácil. Durante muchos años de mi carrera profesional, trabajé con aquéllas que más necesitaban recuperar su poder y me formé en dependencia emocional, trauma y resiliencia. Fue una etapa de mucha lucha, mucha acción y en la que aprendí de grandes maestras.

Sin embargo, un día cambié de rumbo. Comencé a trabajar en mi interior y paulatinamente fui abandonando la lucha y la militancia. Empecé a escucharme: me sumegí en el Eneagrama y la Terapia Gestalt, me enfrenté a mis sombras, curé mis heridas. Y así fue como me formé como terapeuta gestalt y escribí mi tesina para ser Miembro Titular. Desde ahí pude acompañar a las mujeres en sus procesos con más empatía y profundidad.